Perdió la apuesta y la pagó. Ni corto ni perezoso se vistió de azafata, se depiló, pintó sus labios, se calzó tacones y se subió a un vuelo de su competidor, Air Asia, que une Perth en Australia con Kuala Lumpur. Esta "hazaña" de Richard Branson se convirtió en un acto benéfico ya que el equivalente a 77 euros de cada asiento vendido fueron abonados a una organización benéfica infantil en Australia así como el 10% de lo recaudado abordo.
Branson, propietario del equipo Virgin, apostó con Tony Fernándes presidente de Air Asia, también patrocinadora de un equipo de Fórmula 1 (Lotus) por alcanzar mejor posción al final del Campeonato del Mundo de 2010. Ambas escuderías alcanzaron 0 puntos pero Branson perdió la apuesta ya que Lotus obtuvo mejores posiciones.
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